Qué lástima tener que escribir esta columna antes del gran acontecimiento de mañana en Salliqueló. No me refiero a la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner, una larga cañería, sino a algo mucho más importante: todo indica que Alberto, Cristina y Massita se juntarán ahí para cortar la cinta. Pobre cinta. Digo, porque la foto está pensada para consagrar la unidad electoral del peronismo, y resulta que la ceremonia podría estropearse. Se lo plantea el propio Gobierno, como escribió anteayer en la nacion Jaime Rosemberg. Si efectivamente va Cristina, si habla Cristina, si se va de mambo Cristina, puede temblar el pavimento. La última vez que cazó el micrófono, dos lunes atrás, no dejó títere con cabeza; en el sentido estricto: acusó a Alberto de haber bajado la fórmula Wado-Manzur. Faltó a la verdad –decir que mintió me sonaba un poco fuerte–: todos sabemos que Alberto no está en condiciones ni de bajarse las medias. Pero el momento flash de su mensaje fue mostrar el alma de Massita, que estaba sentado a su lado: lo llamó “fullero”. Con cariño, por supuesto: quien dice fullero dice tramposo, bribón. Sergio me contó después que le corrió un frío por el cuerpo, y entonces le hice ver que en su piel de candidato no debería tomarse todo a pecho. “Mirá si te vas a enojar porque Cristina dice que sos un estafador”.